Banner noticia

Matías Baeza, Generación 2012

hace un mes

Alcanzar un récord mundial no es algo que ocurra todos los días. Pero cuando detrás hay pasión, disciplina y un sueño claro, lo imposible se vuelve alcanzable. El León Matías Baeza (Gen. 2012), fue parte del equipo de 174 personas que, en agosto pasado, batieron el récord mundial de Head Down Formation en paracaidismo. Su historia refleja el espíritu cordillerano: empuje, trabajo en equipo y el coraje de atreverse a ir más allá.

 

¡Felicitaciones Matías por este increíble logro! Cuéntanos, ¿cómo fue la experiencia de participar y finalmente batir un récord mundial en paracaidismo?

¡Fue una experiencia increíble! Hace 10 años que se intentaba romper este récord. Después de una selección de casi dos años para reunir a los mejores del mundo en la disciplina, a 20.000 pies de altura, con oxígeno y desde 9 aviones, pudimos saltar los 200 seleccionados al mismo tiempo. Ver esa cantidad de gente en caída libre volando a más de 400 km/h es una locura.

 

Antes de llegar a este nivel, ¿cómo comenzó tu vínculo con el paracaidismo? ¿Qué te motivó a probar este deporte y cómo fueron esos primeros saltos?

Fui por probar qué se sentía saltar de un avión. Apenas aterricé, quería subir y saltar de nuevo, pero me recomendaron hacer el curso para saltar solo. Ese mismo día me inscribí y en una semana ya era paracaidista. A los meses había congelado la universidad y comenzaba mi primera temporada en California. Fue todo muy rápido.

 

Desde ese inicio hasta hoy, ¿cómo ha sido tu proceso de entrenamiento y crecimiento dentro de la disciplina? ¿Qué hitos o aprendizajes destacarías en el camino?

Ha sido un largo camino y muchos años viviendo fuera de Chile. El paracaidismo no solo se transformó en mi trabajo, sino también en un estilo de vida. Este deporte me llevó a desarrollar una disciplina completamente nueva: el entrenamiento constante, la alimentación y una vida saludable se volvieron parte de mi día a día. Todo eso no solo mejoró mi rendimiento como deportista, sino que también transformó mi vida personal.

 

¿Qué significa para ti, a nivel personal y deportivo, haber sido parte de un hito mundial como este?

Significa mucho. Es el sueño de cualquier deportista poder dejar una huella en su disciplina, sobre todo en mi deporte, donde nunca antes un chileno había logrado un récord mundial. A nivel personal, es una validación de todo el esfuerzo, las horas de entrenamiento, los viajes y los sacrificios, sobre todo al principio de mi carrera, cuando todo era muy incierto. Fue un honor representar a Chile y demostrar que  podemos estar entre los mejores del mundo.

 

El Cordillera siempre ha fomentado valores como la perseverancia, el trabajo en equipo y la superación. ¿Cómo crees que esa formación influyó en tu manera de enfrentar este desafío?

En un récord mundial, la perseverancia y el trabajo en equipo son fundamentales: dependes de todos los que saltan contigo, y cada uno tiene que hacer su parte a la perfección. Esa mentalidad de trabajar en equipo me la llevé del Colegio, además de los grandes amigos que tengo hasta el día de hoy.

   

 

¿Qué mensaje le darías a los actuales alumnos y exalumnos del Cordillera que sueñan con alcanzar metas grandes, incluso fuera de lo común como la tuya?

Les diría que se atrevan. No importa si el camino no es el convencional, lo importante es encontrar algo que te apasione y estar dispuesto a trabajar duro por ello. Si realmente te comprometes con algo, los límites se empiezan a mover. Yo partí soñando con que mi trabajo fuera saltar de aviones… y terminé rompiendo un récord mundial. Todo empieza con dar ese primer paso.

 

Gracias Matías por tu tremendo ejemplo. Nos has demostrado que llevar el espíritu del Cordillera al cielo, literalmente, es prueba de que cuando se sueña en grande y se trabaja con convicción, no hay límites.

Compartir